EL EMPERADOR & LAS BALEARES

Escrito por: P.Argenter Leído 20.463 veces.






Poca gente conoce la relación que tuvo el emperador Carlos V con el archipiélago balear.


El destino quiso que el monarca conociera, primero la isla de Mallorca y luego la de Menorca.


A la primera la conoció mejor, y todo por las germanías que en 1520 asolían la isla.


Cuando el emperador toma el trono español, tras su coronación en Aquisgrán en 1520, el monarca concede a los flamencos el predominio y les encarga la regencia del país.El movimiento de desobediencia por la falta de sensibilidad hacia el pueblo español, la falta de interés por las tierras castellanas por parte del rey, además de unas altas tasas económicas como las flamencas y su presión fiscal; los ataques piratas en las costas españolas, sobre todo a manos de Dragut, lugarteniente de Barbarroja, el corsario más temido del mediterráneo, y la privación del mercado para los gremios, entre otras causas, dejó al país caída en las primeras manifestaciones sociales, llamadas germanías.


Primero fueron las guerras de comuneros (artesanos y burgueses) que ocurrieron en Valencia y en otras comunidades de Castilla.Por ejemplo, en Extremadura y Andalucía las germanías no tomó tanta importancia.Recordemos que las germanías mallorquinas nacieron a partir de 1391 con un estallido social en la capital balear.Desde entonces hubo dos revueltas sociales y foranas antes de la del siglo XVI.Las causas de la germanía isleña, fueron principalmente el volumen de la deuda pública, la política de la época y la corrupción de los cargos administrativos.


El alzamiento de los comuneros iniciado el día 7 de febrero de 1521, comenzó siendo solo un preámbulo de lo que seria después.En verano del mismo año, la situación se volvió más peligrosa y los gentilhombres, nobles y personalidades en contra del asalto a la ciudad de Palma, se refugiaron en el castillo de Bellver de la misma ciudad, también en Alcudia- al norte de la isla, tras sus fuertes murallas y en el castillo de Santueri.Tan solo estos dos últimos lugares aguantaron la Germanía mallorquina hasta 1523.Era una guerra de comuneros muy trágica, donde murieron muchas personas, incluso los historiadores apuntan que todavía fue mucho más cruel que la valenciana.


En octubre de 1522 llegó a la costa de la bahía pequeña de Alcúdia –actual bahía de Pollensa-“una esquadra imperial al mando del almirante Don Juan de Velasco, que llevaba consigo al virrey destituido Don Miguel de Gurrea, a muchos nobles de la capital balear y a más de dos mil doscientos soldados entre infantería y caballería”- como indica el historiador mallorquín, Pedro Ventayol en su obra sobre la historia de la ciudad.


En marzo de 1523 la Armada Real desembarcó en la costa mallorquina y entrando en Palma, dieron por finalizadas las guerras de germanías pocos meses después.Así pues, el día 7 de julio, las guerras concluyeron con la capitulación de la ciudad de Mallorca.


Diez días después el rey estando en Valladolid, otorgó por Real Privilegio a los Jurados de Alcúdia algunas manifestaciones de agradecimiento, como el otorgamiento al alcalde de la villa, el derecho en utilizar por las tierras del Imperio la vara de alcalde.Otorgamiento de permitir llevar a los Jurados de Alcúdia togas, insignias consulares – de color verde u otro color- además de xias de paño de color blanco.El Real Privilegio de 26 de octubre de 1523 concediendo a Alcudia y a su universidad el título de Ciudad Fielísima y a sus habitantes el título de fielísimos, que con ello hondó de alegría y agradecimiento eterno a los habitantes de esta localidad que ayudaron a colaborar con las tropas imperiales y con la nobleza, para acabar con las Germanías.


Carlos V deseoso de atacar Túnez donde se encontraba Barbarroja, halló en junio de 1535 el momento idóneo para ir a la búsqueda del “infiel”.Por ello y después de salir desde Barcelona, puso rumbo a la isla de Mallorca con 40.000 soldados distribuidos en cerca de 60 galeras y una treintena de naves, entreellas carabelas y otros tipos de embarcaciones.


Quiso conocer de primera mano la ciudad que él quiso obsequiar por su fidelidad a su persona durante las Germanías Mallorquinas años atrás.


Llegó a Alcudia, su ciudad fiel- como escribía en sus cartas a sus habitantes- el día 4 de junio, entrando por la bahía pequeña de Alcúdia (actual Bahía de Pollensa) y encaminándose sobre su caballo y acompañado por todos sus fieles caballeros hasta el lugar, donde fue recibido con toda la alegría y el boato que sus habitantes pudieron ofrecerlepor aquel entonces.Descansó ese día en casa del reverendo Jeroni Moragues, donde pudo descansar.El monarca quiso pasear por su ciudad mallorquina durante unas horas para conocer “in situs” como iba la reconstrucción de la villa después de las duras contiendas desde 1521 hasta 1523.


Visitó la capilla de Fray Antonio de Ávila- fraile carmelito y después decenar partió con treinta galeras hacia el puerto de Mahón donde llegaría horas después.A esta pequeña villa llegó el monarca con un ejército de 2.500 hombres, (por entonces el censo de Mahón no llegaba a 1.500 habitantes) y en donde los turcos y los corsarios tenían la isla bajo su poder.Barbarroja había saqueado la población y secuestró a treinta personas que las hizo prisioneras y se las llevó consigo.


Desde 1543 hasta 1555 los ataques de corsarios y piratas eran constantes en el archipiélago.En 1543 mil turcos desembarcaron en Ibiza y la saquearon.Entre 1543-46, atacaron Porto Colom, Estellencs, Santanyí, Banyalbufar, .... y en mayo de 1550 (dos días después de atacar las costas catalanas y valencianas) Dragut atacó Pollensa y después destruyó en la isla de Cabrera su castillo.En esta última población mallorquina perdieron la batalla, ya que los pollensines ganaron con éxito el ataque.


El Emperador mandó a la isla de Ibiza en 1551 una guarnición de 200 soldados para su control contra el asedio turco.En 1551 atacaron Alcudia, al año siguiente Valldemossa y al próximo Andratx y así hasta llegar a 1558 con el ataque a Ciudadela en la isla de Menorca.


Por todo ello, el monarca español estaba constantemente informado y despachaba muy a menudo con sus enviados de las Baleares, sobre todo con los mallorquines.


A la muerte del César, el 27 de octubre de 1551, su hijo Felipe II quiso dar a conocer a las autoridades de las Baleares, el triste suceso y de esta manera, tomó las riendas de los compromisos de su padre en el archipiélago, como seguir contrarrestando los ataques piratas.


Dedicado a la figura de Carlos V y por su amor al archipiélago balear, que tanto quiso corresponder.





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