La Atlántida era Iberia y Marruecos, según afirma Platón.

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La Atlántida de Platón desde la polémica y el rigor científico. La Atlántida Científica.



Entrevista a Georgeos Díaz-Montexano

Realizada por MysteryPlanet.com.ar


Nombre: Georgeos Díaz-Montexano.

País: Cuba (residente en España desde 1994).

Profesión y/o Ocupación: Escriptólogo/Editor.

Libros publicados/Investigaciones: “Enigmas Inéditos y poco Conocidos de la Historia” (1999);

Revistas: “Arqueohistoria”, “Arqueología Sin Fronteras”, “Arqueología y Enigmas de la Historia”, “La Esfinge: Revista de Egiptología”, “Osiris. Revista de Egiptología”, “Atlantis. Enigmas histórico-arqueológicos”, “Enigmas de las Antiguas Civilizaciones” y “Canaán: Revista de Arqueología Bíblica”.



Temas tratados en la entrevista: Atlántida.


COMIENZO DE LA ENTREVISTA


Pregunta: Siendo Ud. un experto en el tema ¿Nos podría asegurar que la Atlántida existió realmente? ¿Por qué?


Respuesta: No. De hecho, nadie podría asegurarlo, y el que lo haga tendría que mostrar pruebas científicas incuestionables que no admitieran más que una sola interpretación. Mi objetivo principal no es encontrar pruebas arqueológicas de la existencia de Atlantis. Mi verdadero objetivo es hallar pruebas científicas (del tipo que sean) que permitan descifrar el enigma de Atlantis, sin importarme para nada si las pruebas terminarán demostrando que Atlantis como ciudad y como civilización existió realmente en un espacio físico o geográfico y en un tiempo determinado o si solo existió en la mente de Platón. Mi verdadero compromiso es con la búsqueda de la verdad, esté donde esté, sea cual sea y caiga quien caiga. En este sentido, me considero un filaletheo o alethê-zêtêtico.


Como buscador de la verdad, es mi deber insistir en que yo no puedo asumir que la narración presentada por Platón como una historia verdadera (ALETHINON LOGON) es un mito, solo porque otros autores –posteriores- así lo hayan dictaminado. No he encontrado ni una sola prueba –ni nadie me la ha mostrado– que me permita asumir que la narración sobre Atlantis sea un simple mito inventado por Platón. Platón usa la frase “ALETHINON LOGON”, o sea, “narración o historia verdadera”, como lo opuesto al “mito” y a la “leyenda”, y repito, no existe ninguna razón de peso suficiente para dudar de esta afirmación de Platón.


Pregunta: ¿Fue una isla, un continente, una península o qué?


Respuesta: Platón deja bien claro que la Atlántida no era un continente, ya que en ningún momento se refiere a la misma como “continente”. El análisis detallado y metafrástico de los textos tanto en griego como en la interpretaciones latinas realizadas ya desde la antigüedad, se percibe con seguridad que Platón utiliza la misma palabra griega “Nêsos” unas veces como “isla” e “islote” y otras como “península”. Es de sobra conocido por los expertos en lexicografía griega que esta voz griega permite estos valores semánticos. Platón habla de “Atlantis nêsos” o “isla Atlantis”, una sola vez en ambos diálogos del Timaios y el Kritias; cuando se refiere a la pequeña isla-acrópolis donde se erigían los templos a Poseidôn y a Kleitos, que se hallaba en un punto central de una llanura costera a una distancia de unos 50 estadios (cerca de 10 km) del mar, rodeada por dos anillos de tierra y tres fosos circulares de agua proveniente del mar; la misma isla-acrópolis que fue tragada por el mar después de unos terremotos funestos y una gran inundación o tsunami.


Mientras que Platón denomina con el apelativo de “Atlantida, Atlantidi y Atlantidos Nêsos” a todo el país que abarcaba a las diez comarcas, regiones o partes (merê) atlantes. En tales casos se debe recurrir al valor semántico de Nêsos como península. Cuando Platón se refiere a la “Atlántida entera” como país o imperio acompaña dicho nombre –en su forma “Atlantida”– con la voz griega “pantas” o sea, “toda”, “entera” o “total”. Por ejemplo: “kai tên nêson tên Atlantida pasan deka merê kataneimas” (Kritias 113e); esto se traduce –metafrásticamente– de la siguiente manera: “y la isla (léase península) Atlántida entera distribuyó en diez partes”.


Platón describe la extensión de la Atlántida como una isla o península, parte o extensión del continente o Epeiros, que solo podría ser Europa misma, debido a la localización de ésta junto a las Columnas de Hércules (Gibraltar) y Gadeira (Cádiz); también se habla de un archipiélago o conjunto de islas como puede apreciarse en el siguiente pasaje: “en de dê têi Atlantidi nêsôi tautêi megalê sunestê kai thaumastê dunamis basileôn, kratousa men hapasês tês nêsou, pollôn de allôn nêsôn kai merôn tês êpeirou. [Timaios 25b]”, “Por otro lado, a esta isla Atlántida le había surgido una poderosa energía y maravillosa confederación de reyes, que era gobernante de la totalidad de la ínsula (léase península), de muchas de las otras islas y partes de la tierra firme (continente)”. Por consiguiente, puede pues afirmarse con cierto criterio sólido, basado en la traducción e interpretación de los textos más antiguos conocidos del Timaios y el Kritias (escritos en griego y latín) que la Atlántida entera era un conjunto de territorios, comarcas o divisiones (meros y choras) que comprendía, por la ubicación que ofrece Platón, parte continental del extremo occidente de Europa, fundamentalmente de la península Ibérica, y muy probablemente, parte continental del noroeste de Marruecos, más un grupo de islas o un archipiélago compuesto por varias islas, islotes, cabos y extensiones peninsulares que rodeaban al Estrecho de la Columnas de Hércules (el Atlantikou Pelagous), que se extendía sobre ambas márgenes continentales, la Ibérica y la Marroquí, y que quizás alcanzaría hasta las islas Madeiras, como punto más distante posible. En cualquier caso, Platón siempre se refiere a la Atlántida como una Nêsos (isla o Península) y no como un continente (o Epeiros), pero como gobernaba sobre partes continentales la conclusión más lógica es que la mayor parte de la Atlántida la constituiría una península, y la única península que existe delante o junto a las Columnas de Hércules, en el extremo occidental del Mediterráneo, es la península Ibérica.


Entre la península Ibérica y Marruecos (la región del Atlas) existía un archipiélago de al menos siete islas de tamaños considerables, varios istmos y grandes extensiones de cabos o penínsulas menores y numerosos islotes, repartidos todos desde el propio Estrecho de Gibraltar por todas la costa del Suroeste de Andalucía desde Tarifa hasta Huelva, y por la parte de Marruecos también existían muchas islas e islotes hasta el cabo de Spartel. La mayoría de estas islas están sumergidas desde varios miles de años antes de los tiempos de Solón y de Platón, pero aún existen restos de algunas como la “Isla de las Palomas”, “Isla de Tarifa”, “Isla perejil”, “Isla de Cádiz”, entre otras islas e islotes más pequeños. En el texto de Platón se habla de un continente o “Epeiros” que estaba situado, después de pasar las islas más cercanas a Atlantis. Estas islas solamente podrían ser las Madeiras, las Azores, Irlanda, Escocia, Inglaterra e Islandia, ya que según los códices más antiguos, estas estaban –pasando Atlantis– hacia arriba o por encima, por lo que el continente o Epeiros que se hallaba pasando estas islas, enfrente de ellas, solo podría ser Groenlandia y parte de Canadá o el Norte de EE.UU. Los griegos, desde antes de los tiempos de Solón, sabían bien a que llamaban un continente (EPEIROS), mientras que llamaban a las Islas y a las penínsulas con la misma palabra NHSOS, que usa Platón para denominar a la Atlántida; el nombre de penínsulas como el Pelopo-nesos (península o isla de Pelopos) y como Arabia Nêsos demuestran este hecho incuestionable. Jamás Platón menciona a Atlantis como un EPEIROS. Entonces, Atlantis no era un continente. En todo el Planeta Tierra jamás ha existido una NHSOS (isla o península) que fuera más grande que Libia y Asia juntas o reunidas. Porque entonces esa península sería casi tan grande o más aún que toda Europa y gran parte de Asia, y mucho más grande incluso que Groenlandia, por muy pequeñas que fueran Libia y Asia para los griegos de aquellos tiempos, si Atlantis era una NHSOS como afirma Platón y todos los autores contemporáneos y posteriores de la antigüedad, entonces no podía haber sido más grande que Libia y Asia juntas o reunidas, de lo contrario los griegos nunca la habrían llamado NHSOS sino EPEIROS, o sea, un continente.


El hecho de que Platón siempre llamara a la Atlántida con el nombre de NHSOS debe ser considerado –por si mismo– como una prueba indiscutible de que la parte que todos los autores modernos han traducido como que “Atlantis era más grande o más extensa (desde el punto de vista geográfico) que Libia y Asia juntas”, tiene que estar mal traducida o mal interpretada, y he encontrado las evidencias necesarias para sustentar que, en efecto, esta parte ha sido mal traducida o mal interpretada por los autores de los tiempos modernos. A la luz de las nuevas evidencias se puede concluir –sin temor al error– que Atlantis era una gran península situada en el extremo occidental del Mediterráneo, de un lado, o junto a las Columnas de Hércules y con una región llamada Gadeira. Es indiscutible que Platón solo se puede estar refiriendo a la península de Iberia. Solo una península podía ser tan grande o más grande que una isla. Ni los griegos ni los egipcios conocían una isla que fuera más grande que Sicilia. Entonces si los griegos o los egipcios hablan de una NHSOS que era grande, al menos tan grande como para que pudieran caber diez comarcas o distritos de grandes dimensiones (aunque solo se dan las dimensiones de una comarca, la principal), es porque se trataba de una península. Solamente una península (como Iberia, por ejemplo) podía ser tan grande como para tener diez comarcas o regiones grandes dentro de su espacio físico. Es muy importante recordar que si los griegos o los egipcios estuvieran pensando en un territorio que fuera mucho más grande que Iberia, entonces no habrían usado jamás el nombre de NHSOS, habrían llamado a Atlantis EPEIROS, pero nunca NHSOS.


La única razón por la que los griegos o egipcios podrían llamar a Atlantis como una NHSOS (siendo un gran territorio) sería porque ésta entonces era muy parecida a una península. En la mentalidad griega y egipcia no podía caber –en todo el Mediterráneo– una isla que fuera de mayores dimensiones que Sicilia o una NHSOS que fuera mayor que Italia o Iberia misma, que era la más grande NHSOS de toda Europa, Libia y Asia que conocían en la antigüedad, y que además estaba junto a las Columnas de Hércules y tenía una región llamada Gadeira. ¿Por qué nadie quiere ver esta realidad? ¿Por qué no se quiere ver que la única NHSOS (isla o península) que existía al oeste del Mediterráneo, junto a las Columnas de Hércules (Gibraltar) y que además tenían una región llamada Gadeira (Cádiz) es la península de Iberia?. Los datos son más que concluyentes, pero como dice el refrán: “No hay peor ciego que aquel que no quiere ver”.


Pregunta: ¿De cuántos años antes de Cristo estamos hablando? Según sus estudios, ¿en qué tiempo la Atlántida estuvo en su apogeo y en cuál en su ocaso?


Respuesta: De la lectura de los textos de Platón (sobre todo de los más antiguos códices escritos en griego y latón) se puede reconstruir dos cifras: una, 9000 años antes de los tiempos de Solón (11.560 a. C.), para los orígenes de la civilización Atlántica o de Atlantis, cuando surgió el primer hombre “nacido de la tierra” y cuando “aún los hombres no conocían el arte de la navegación” (como aclara Platón por boca de Critias); y otra, 900 (o 1.009) años antes de Solón, es decir, alrededor del 1.500 a. C., durante el Bronce final. He desarrollado un estudio lexicográfico y etimológico bastante extenso sobre este asunto, que incluirlo en esta entrevista sería imposible. Pero esta es la conclusión que he llegado tras analizar los datos más objetivos y fiables.


Platón describe la historia de la evolución de Atlantis, desde sus orígenes hacia el final del Paleolítico Superior y principio del Mesolítico, y después va ampliando la descripción durante las siguientes edades hasta que el hombre alcanza el nivel de la Edad del Bronce, situando el final del imperio cuando gobernaban los reyes-héroes Kekrops, Erechtheus y Erychthonios, y antes de Theseus, lo que enmarca el final de Atlantis, o sea, el momento en el que ocurre la catástrofe sísmico-tsunámica que sumerge a la ciudad principal de Atlantis, entre el 1.600 y el 1.300 a. C. Esta precisión la ofrece el propio Platón –a través de Critias– pero increíblemente fue pasada por alto por todos los estudiosos de la Atlántida. Todos han creído que Platón decía que la Atlántida se había hundido 9.000 años de Solón o de Platón mismo, pero en realidad esto no se dice en ningún momento en el texto escrito en griego ni en las versiones latinas más antiguas, como la de Chalcidio. Platón habla de 9.000 años como la fecha que había transcurrido desde que se había fundado la ciudad de Sáis, las guerras comenzaron justamente cuando habían transcurrido esos 9.000 años, que a su vez coincidían con los tiempos del rey Kekrops, o sea, con el Bronce final que a su vez coincide con unos 900 años antes de los tiempos de Solón y de Platón.


La ignorancia sobre los textos más antiguos conocidos del Critias y el Timeo, escritos en griego y las traducciones latinas, es lo que ha motivado estos errores de interpretación y todas las confusiones que existen sobre el relato de la península Atlántica y Gadírica de Platón. Recomiendo al lector los dos artículos que tengo publicado en mi website: (http://www.AtlantisDiscovery.com/cronologia/ y http://www.AtlantisDiscovery.com/cronologia/9000/)


Pregunta: ¿Qué piensa de las muchas teorías que existen sobre la posible ubicación de la Atlántida (Gibraltar, medio del Oceáno Atlántico, Caribe, Bolivia, hasta incluso la misma Antártida)? ¿Por qué existen tantas teorías sobre su ubicación? ¿Se puede deber a que la Atlántida tenía muchas colonias alrededor del mundo?


Respuesta: Creo que ahora será necesario que me extienda un poco. Ciertamente, la civilización Atlántica o de Atlantis desde hace más de dos mil años ha sido como una especie de “plato apetitoso” que todas las naciones han deseado degustar. La Atlántida se muestra en el relato de Platón como una gran civilización que alcanzó un gran poder capaz de colonizar a la mayor parte de los pueblos costeros del Mediterráneo de Europa, Asia menor, África del Norte y Egipto. Esta civilización se dice que llegó a dominar la técnica de los metales, la construcción de canales, acueductos y el arte de la navegación alcanzando un nivel de desarrollo sensiblemente superior al de todas las civilizaciones mediterráneas contemporáneas. Por otra parte, muchos autores han malinterpretado los textos de Platón, llegando a exagerar el nivel de desarrollo cultural y tecnológico de la Atlántida y convirtiéndola en una especie de cuna de las civilizaciones, cuando en el texto de Platón no existe nada que permita sacar estas conclusiones. Es así como muchos autores, sustentándose en estas malas interpretaciones y en la ambigüedad generada por traducciones incorrectas o poco precisas, han desarrollado y defendido hipótesis o teorías (absurdas la mayoría) sobre la Atlántida y su posible ubicación hasta en los lugares más inhóspitos y distantes del punto señalado por Platón, desde el extremo oriental del Mediterráneo hasta América e Indonesia, prácticamente no ha quedado un solo lugar en el planeta donde no se haya pretendido colocar la Isla o Península Atlántica o de Atlantis.


La teoría que defiendo, no solo es la más probable sino que es la única que puede ser sostenida con rigor científico si nos ajustamos a las fuentes primarias, es decir, a los textos de Platón más antiguos conocidos, escritos en griego y latín, y que han llegado hasta nosotros –principalmente– a través de códices o manuscritos copiados entre los siglos IX y XIII.


Sin duda alguna Platón localiza en sus diálogos del Timaeus y el Critias a la Isla o Península (NHSOS) Atlántica “delante” o “de un lado” (en griego, PRO) de la boca o estrecho que en los tiempos de Solón y de Platón eran conocidos como Columnas de Hércules. Este accidente geográfico, en aquellos tiempos (siglos VI-IV a. C.), era identificado con el actual estrecho de Gibraltar, lo que se confirma al señalar Platón –según la información que los sacerdotes egipcios ofrecieron a Solón dos siglos antes– que una región y extremidad de la Isla o Península Atlántica que llegaba hasta las mismas Columnas de Hércules se denominada aún en los tiempos de Solón y/o de Platón como Gadeira (pronunciado Gadira), la misma Gadira fenicio-tartésica y después Gadir y Gades romana que hoy se conoce como Cádiz y que se halla en la provincia de la región de Andalucía, España, incluyendo aún en la actualidad a las Columnas de Hércules o Estrecho de Gibraltar. Platón localiza la Isla o Península de Atlantis al oeste de Europa y Asia (Asia Menor) y al Oeste de Libia (África del Norte) y Egipto, “junto a” o “del lado de” (PRO) un estrecho conocido como las Columnas de Hércules y cuya región extrema –colindante con las propias Columnas de Hércules– era denominada con el nombre de Gadeira o Gadira. Iberia es la única Isla o Península (NHSOS) situada al Oeste del mundo mediterráneo, que se hallaba junto a un estrecho, conocido en aquellos tiempos como Columnas de Hércules y que además tenía una región nombrada como Gadeira que llegaba hasta el propio estrecho de Hércules.


Como ya hemos comentado, el concepto erróneo de que la Atlántida se hallaba “más allá de las Columnas de Hércules” en el Océano atlántico cuando Platón ni siquiera menciona la palabra Océano (en griego, ÔKEANOS) ha sido uno de los principales errores que ha motivado tantas localizaciones indocumentadas (no documentadas) de la Isla-Península Atlántica o de Atlantis. Platón dice de manera muy clara que la Atlántida se hallaba ubicada en el piélago Atlántico (en griego, Atlantikou Pelagos) o “archipiélago o brazo de mar Atlántico”, en el “vestíbulo del golfo” (VESTIBULUS SINUS en la traducción latina más antigua) que sin duda se refiere al actual Golfo de Cádiz, “delante” y casi en la “boca” o “desembocadura” (STOMATOS en griego o VESTIBULO en latín) conocida como las Columnas de Hércules; la frase en griego es “PRO TOU STOMATOS”, “delante de la boca”, y en latín, “IN ORE AC /QUASI/ VESTIBULO SINUS”, “en la boca y casi en el vestíbulo”. Platón afirma además que una punta o cabo de la Isla-Península que se hallaba en la región de Gadeira (Gades o Cádiz) llegaba hasta las Columnas de Hércules, mientras que otras dos regiones colindantes eran denominadas como Elasippo (¿acaso la misma Olisippo/Elisippo, Lisboa?), y la región del Atlas (Marruecos).


Estos puntos geográficos y toponímicos, claramente identificados desde la antigüedad, demuestran que la isla o península (NHSOS) Atlantis sólo podía hallarse muy cerca de un lugar donde se conjugaran a la misma vez una boca o estrecho (en griego, PORTHMOS) conocido como las Columnas de Hércules, un “vestíbulo de un Golfo” situado en un piélago (PELAGOS), “mar estrecho” o “brazo de mar” (en latín, FRETUM) denominado Atlántico, una región conocida como Gadeira, y otra región denominada como Atlas. Pues la respuesta sólo puede ser la siguiente: la única Isla/Península o NHSOS que conjugaba o reunía todos estos puntos o elementos a la misma vez y que además se hallaba en la misma posición indicada en las fuentes antiguas, es decir, al Oeste del Mediterráneo, era la isla/península de Iberia. En todo momento se ubica tanto a la Isla/península (NHSOS) como al archipiélago de islas Atlánticas en el “Atlantikou Pelagos”, es decir, en el “Piélago del Atlántico”, que es lo mismo que decir, en el “Brazo de mar”, “Canal” o “Estrecho de Mar” de las Columnas de Hércules (Gibraltar), como lo demuestra la sustitución de la palabra griega PELAGOS por la latina FRETUM, en las traducciones e interpretaciones latinas realizadas ya desde la propia antigüedad, como la del discípulo neoplatónico Chalcidio, redactada en el siglo IV.


De lo anterior se deduce que, aunque fuera solo desde el punto de vista geográfico y toponímico, no es nada científico seguir divulgando hipótesis o “teorías” sobre otras absurdas localizaciones de la Atlántida en Indonesia, el Caribe, Cuba, México, los Andes, Bolivia, Islas Británicas, Creta, Santorini, Chipre, Sicilia, Sardeña o Córcega, etc. Hipótesis o más bien “especulaciones” indocumentadas –la mayoría pseudo científicas– que intentan reubicar la isla Atlantis hasta en los lugares más recónditos y apartados de la única situación geográfica ofrecida por Platón. Nos guste o no, la única ubicación geográfica claramente descrita y detallada por Platón es la que acabamos de exponer, o sea, el triángulo compuesto por Iberia, Marruecos (con Gibraltar eje central) y las Islas Madeiras como punto más remoto posible del occidente.


Si para poder desarrollar una hipótesis o teoría sobre Atlantis se necesita forzar las palabras de Platón, manipularlas y “domesticarlas”, para que encajen en la teoría, entonces no se está haciendo ciencia. Si para defender una “teoría” sobre Atlantis se necesita recurrir al argumento de la fuerza antes que a la fuerza del argumento, entonces no estaríamos haciendo ciencia. Si para sostener nuestras ideas o hipótesis tenemos que acudir –mayoritariamente– al tan usado “argumento” de que “a lo mejor” los sacerdotes egipcios, Solón o Platón se “equivocaron aquí o allá”, y que “tal vez” quisieron decir “esto y no lo otro”, pues entonces no estaríamos haciendo ciencia. Sencillamente estaríamos practicando un ejercicio de simple y llana “especulación subjetiva”, que como ya se ha visto nos podría permitir “re-colocar” la Atlántida donde quiera que nos apeteciera. Éste ha sido el método –fundamental– usado hasta la fecha por la mayoría de los llamados “atlantólogos” y estudiosos de Atlantis; así es como se ha re-ubicado Atlantis hasta en los más remotos y absurdos lugares del planeta tierra y hasta fuera del mismo.


El método que empleo, fundamentalmente asume que los textos antiguos o fuentes primarias no tienen porque estar plagados de errores o mentiras. Yo asumo que pueden existir idealizaciones, algunas exageraciones y quizás algo de mito en la narración de Atlantis de Platón, pero no tengo porque asumir que los nombres de lugares y las descripciones geográficas son erróneos o falsos. Yo parto de un absoluto respeto por las fuentes antiguas, porque la ciencia cada vez más descubre que los antiguos eran bastante más fieles a la verdad histórico-geográfica de lo que nos imaginábamos; todo lo máximo que se podía ser en aquellos tiempos, donde apenas el pensamiento científico estaba en gestación. Platón era un filósofo buscador de la verdad un “filaletheo” un “zêtetikos”, no era un poeta ni un narrador de comedias y tragedias. No existe ninguna razón científica para creer que Platón mentía o que se equivocó en casi todo, porque estas son las conclusiones a la que uno se ve obligado cuando lee tantas “teorías” absurdas y contradictorias sobre Atlantis.


A diferencia del resto de los atlantólogos o estudiosos de Atlantis, he sido el único que ha demostrado haber trabajado con la traducción y revisión directa de las más antiguas trascripciones de códices y manuscritos del Timaeus y el Critias escritos en griego y en latín. Mi obra es la única que incluye estas trascripciones de manuscritos antiguos en el cuerpo de la tesis y en los anexos. Usted no halla en ninguna obra anterior sobre Atlantis los textos íntegros del Timaeus y el Critias escritas en griego y latín en sus versiones más antiguas conocidas según aparecen en los viejos códices o manuscritos medievales. Algo incomprensible, cuando se supone que esto es lo que deberían haber hecho todos los estudiosos y “atlantólogos” que han pretendido pasar como rigurosos o científicos. ¿Cómo se puede pretender ser riguroso sin acudir a las fuentes primarias, en este caso a las fuentes más antiguas conocidas de los diálogos del Timaeus y el Critias?


El estudio serio y verdaderamente científico del enigma de Atlantis exigía una investigación profunda filológica, léxico-etimológica y paleográfica de las fuentes primarias, es decir, de la tradición manuscrita de los diálogos del Timaeus y el Critias, y este estudio –según me consta– aplicado a la cuestión del misterio de Atlantis, o sea, desde el punto de visto atlantológico, jamás antes se había realizado. Sin este obligatorio estudio, prácticamente todo lo demás carece de fiabilidad suficiente, porque solo el estudio paleográfico, filológico y léxico-etimológico puede revelarnos hasta qué punto podemos estar seguro de las descripciones y de los datos aportados por Platón en sus diálogos del Timaeus y el Critias y el nivel de exactitud o fidelidad de las traducciones modernas más conocidas (Taylor, Jowett, Rivaud, Lee, etc.), que son las más usadas por todos los atlantólogos y estudiosos de Atlantis. El primer paso para la investigación científica de Atlantis era trabajar con las fuentes primarias para confirmar las traducciones, para revisarlas y detectar si existían omisiones o interpretaciones “adaptadas” o “domesticadas” o simplemente errores de interpretación o traducción. Es obvio que nadie puede comenzar la búsqueda de Atlantis si parte de traducciones que podrían contener algunos errores de interpretación, traducción u omisión que a su vez podían ser determinantes para una correcta identificación y/o localización de Atlantis. Mi estudio permite descubrir varios errores de interpretación, traducción u omisión que han sido muy importantes y hasta determinantes.


Pero además el estudio paleográfico y léxico-etimológico me ha permitido descubrir varios indicios en los manuscritos o códices que me permitirán argumentar con rigor que Platón no se inventaría la historia de Atlantis para apoyar o sustentar sus ideas políticas desarrolladas en la República y en las Leyes, como aún sostienen la mayoría de los expertos en historia y filosofía clásicas. Este nuevo descubrimiento paleográfico permite deducir que los escribas medievales que copiaron los textos de Platón en códices trabajarían con algún documento que sería una copia realizada en la época griega clásica, pero de un original escrito en griego arcaico de estilo oriental, como los usados en Miletos, Jonia y en la propia Ática, es decir, el mismo estilo usado en la época de Solón. Esto podría demostrar que Platón o sus discípulos trabajarían con textos originales escritos por el propio Solón y que según Platón se conservaban en casa de Critias el Menor (el interlocutor o narrador de la historia de Atlantis) Entre estos indicios se hallan el uso de formas arcaicas que eran propias de los tiempos de Solón y la confusión entre palabras existentes en varias copias o códices medievales que solo pueden ser explicadas si los copistas y escribas usaron como base manuscritos escritos en griego clásico con letras capitulares mayúsculas y sin espacios (scriptio continua); manuscritos que pudieron ser redactados por varios autores antiguos contemporáneos a Platón, quienes copiarían a su vez otros documentos más antiguos escritos en el estilo griego arcaico usado en los tiempos de Solón.


Por otra parte, Platón no solo describe a la gran llanura Bética o Tartésica con asombrosa precisión (cuadrangular y alargada), también las medidas coinciden, ya que tres mil estadios coinciden con la longitud de la llanura del Guadalquivir; la ciudad principal de Atlantis, la Isla-Acrópolis, estaba formada por cinco anillos circulares (tres fosos para permitir el paso del agua y dos anillos de tierra) todos concéntricos, más un canal que unía la isla-acrópolis central con la costa del mar, pues Iberia es la única región occidental del viejo mundo donde se han hallado ciudades con este mismo patrón o diseño arquitectónico. Debajo de la actual ciudad de Jaén, en el interior de la llanura Tartésica o Atlante se ha descubierto recientemente una antigua ciudad que fue construida en varias etapas desde la Edad del Cobre y durante la Edad del Bronce, y esta ciudad presenta justamente una isla central rodeada de cinco anillos circulares concéntricos más un canal principal y varios puentes para acceder al centro. Otra ciudad de la misma época y también rodeada de anillos circulares se ha hallado recientemente en Madrid, casi en el centro de la Península o gran isla de Iberia. Al igual que la acrópolis de Atlantis, la antigua ciudad primitiva de Jaén, presenta alrededor varias canalizaciones transversales que servían para recoger y traer el agua de las montañas cercanas que rodean a la ciudad.


En el año 1997 me percaté también de que uno de los motivos más abundantes entre los petroglifos de las costas occidentales de Iberia (que también se hallan en Irlanda, Escocia e Islas Británicas, y algunos países del Mediterráneo como Italia) está compuesto por varios anillos concéntricos que rodean un punto o círculo central, del que sale un canal o conducto hasta el exterior. He identificado este símbolo, que es muy característico y casi originario de Iberia (donde sin duda aparece la mayor concentración) con el esquema arquitectónico de la ciudad sagrada o acrópolis de Atlantis, según la descripción de Platón. Y después he observado que este mismo diseño aparece con bastante frecuencia (más que en ninguna otra civilización mediterránea o europea) en los motivos decorativos de las cerámicas Ibéricas y hasta en algunas Tartésicas (“orientalizantes”), lo que podría constituir un indicio de la supervivencia de una antigua tradición técnico-estilística de origen mágico-religioso que evocaría el esquema de la ciudad circular concéntrica de Atlantis, el mismo esquema que se ha hallado en la antigua ciudad de las Edades del Cobre y del Bronce de Marroquíes Bajos, Jaén y en Getafe, Madrid, y que demuestra que Platón no se habría inventado ni siquiera el esquema arquitectónico de la ciudad sagrada. Como es de rigor, todo lo anterior (y mucho más que se quedará fuera de espacio) es tratado con mayor profundidad en mi obra: “La Atlántida Científica. Atlantis delante de Gibraltar, entre Iberia y Marruecos”. (Georgeos Díaz-Montexano. C.O.S.S. 1994-2004. http://Atlantis.sitio.net/ http://Georgeos-Diaz.sitio.net/).


Suele decirse que “la verdad sólo tiene un camino”, sin embargo, la gran mayoría se empeña en transitar otros caminos. Si todo apunta hacia una única dirección, ¿porqué mirar hacia otro lado? Platón afirma en sus diálogos del Timaeus y el Critias que la isla y/o península de Atlantis o Atlántida se localizaba justo delante de las Columnas de Hércules –actual estrecho de Gibraltar– en el piélago (mar de bajos fondos, marismas, archipiélago) o brazo de mar, delante de la boca de golfo Atlántico; así como que un cabo o punta de la misma isla o península llegaba hasta las propias Columnas de Hércules, situada en la región que recibía el nombre de Gadeira. Si esta región de Gadeira o Cádiz, el golfo Atlántico (Golfo de Cádiz) y las propias Columnas de Hércules o estrecho de Gibraltar eran sitios reales... ¿por qué no ha de serlo también la propia isla o península Atlántica, conocida como Atlantis y que solo podría ser Iberia misma?. O bien el resto de los atlantólogos y estudiosos de Atlantis están equivocados o yo debo ser el mayor imbécil de la historia.


De momento, nadie ha demostrado que Atlantis fuera una ciudad y/o un reino verdadero, es decir, una civilización real. En eso creo que estamos de acuerdo todos los estudiosos, al menos todos los que intentamos aplicar los métodos científicos con el mayor rigor posible. Pero yo demuestro, de manera absolutamente irrefutable (hasta que no aparezcan nuevos documentos antiguos que muestren lo contrario), que la única ubicación posible de Atlantis es la que ofrece Platón, y la única que ofrece Platón es la de una NHSOS, isla o península que se encontraba al Occidente de Europa, de la Thyrrenia y del Asia, y al Occidente también de Libia y Egipto, que se localizaba además junto a una boca y/o estrecho conocido por los griegos de entonces como “Columnas de Hércules” (HRAKLEOUS STHLAS), en la boca o vestíbulo de un golfo y piélago denominado Atlántico, y que tenía una región en una extremidad, punta o cabo (AKRAS, en latín EXTREMAE) que llegaba hasta las mismas Columnas de Hércules y que era conocida todavía en los tiempos de Solón o de Platón como Gadeira (Gadira, Gades o Cádiz).


Por consiguiente, la única isla-península que reunía todas estas características a la vez era Iberia. ¿Alguien puede mostrar con datos, es decir, con otros documentos antiguos –cuantitativa y cualitativamente mejores– en qué otro lugar del mundo se hallaban todos estos nombres de lugares y accidentes geográficos conjugados en una misma área? Cuando esto ocurra, entonces –solo entonces– se podría comenzar a aceptar otra posible teoría sobre Atlantis; mientras tanto, sería un claro atentado contra el rigor científico y la búsqueda de la verdad, seguir divulgando tantas “hipótesis” sobre absurdas Atlántidas localizadas en Indonesia, el Caribe, Cuba, México, los Andes, Islas Británicas, Creta, Santorini, Córcega, Sardeña, Chipre, etc. Hipótesis indocumentadas (por no hallarse documentadas en los textos antiguos) que intentan reubicar la isla Atlantis hasta en los lugares más recónditos y apartados de la única situación geográfica ofrecida por Platón, que es, incuestionablemente, Iberia misma y las costas noroccidentales de Marruecos.


Pregunta: En el Timeo de Platón se habla de una guerra importante, dice:


... “Por otro lado, a este delta del Atlántico le había surgido una poderosa energía y maravillosa confederación de reyes, que gobernaba sobre el delta, en muchas de las otras islas, y partes de la tierra firme. Hacia este lado dominaban también a los pueblos de Libia hasta Egipto y de Europa hasta Tyrrenia. A todos reunió a la fuerza, a toda vuestra región (Grecia) y a la nuestra (Egipto) y hacia el interior de la desembocadura (de las Columnas de Hércules) todos los territorios a un tiempo fueron atacados en un impulso y esclavizados. Entonces, ¡oh! Solón, el poder de vuestra ciudad se hizo famoso entre todos los hombres por su diáfano valor, pues superó a todos en valor y artes guerreras, conduciendo en un momento de la lucha a los Helenos (los antiguos griegos), luego se vió obligada a combatir sola cuando los otros se separaron, corrió los peligros más extremos y dominó a los que nos atacaban. Alcanzó así una gran victoria e impidió que los que todavía no habían sido esclavizados lo fueran y al resto, cuantos habitábamos dentro de los horizontes de Heraklios generosamente a todos nos liberó.”


¿Nos podría explicar a qué se refiere Platón? Según lo que muchos interpretan, la Atlántida atacó y esclavizó a los “pueblos del Interior” hasta que los egipcios les hicieron frente motivando a los demás pueblos a rebelarse también contra su opresor. ¿Es así como se debe interpretar? ¿Se describe una de las primeras guerras de la humanidad a gran escala?


Respuesta: En el texto queda patente que los Atlantes colonizaron el interior de las Columnas de Hércules, es decir, el Mediterráneo, y que fueron los griegos –no los egipcios– los que liderearon la lucha contra los atlantes hasta conseguir la victoria. Es posible que se trate de la descripción de una guerra a “gran escala” como dices. Es difícil saber cuánto puede haber de exageración, pero lo cierto es que según el relato del Critias, los Atlantes colonizaron durante un tiempo (no especificado) a la mayoría de los pueblos del Mediterráneo, desde las Columnas de Hércules, por Europa, hasta alcanzar la Thyrrenia (península Itálica) y el Asia menor (Anatolia) y por la parte de África, toda las costas de Libia hasta Egipto.


Pregunta: ¿Cuál fue el cataclismo que acabó con la poderosa Atlántida? ¿Existe alguna relación con los mitos del diluvio y la gran inundación relatados por muchas culturas antiguas?


Respuesta: Me limitaré a exponer o a explicar la propia argumentación de Platón, lo que de paso servirá para aclarar otro de los graves errores de interpretación existentes sobre el relato de la Atlántida de Platón. Platón no dice nada que permita suponer ni siquiera como una simple posibilidad que la Atlántida se haya sumergido o hundido bajo el mar por causa de la erupción de algún volcán ni de un diluvio universal. Platón no menciona ni una sola palabra relacionada con la acción del fuego o de las erupciones volcánicas. Platón describe de manera muy clara un fenómeno que es conocido en la ciencia oceanográfica con el nombre de tsunami. El filósofo ateniense sólo dice: “husterôi de chronôi seismôn exaisiôn kai kataklusmôn genomenôn, mias [Tim. 25d] hêmeras kai nuktos chalepês epelthousês, to te par' humin machimon pan hathroon edu kata gês, hê te Atlantis nêsos hôsautôs kata tês thalattês dusa êphanisthê”, “En tiempos posteriores de seísmos excesivos y de cataclismos (inundaciones) originados, en un [Tim. 25d] día y una noche terriblemente penosa, la clase guerrera vuestra se desapareció toda a la vez bajo la tierra, mientras que la isla (acrópolis) Atlantis de la misma manera debajo de la mar desapareció hundiéndose”. Nada de erupciones volcánicas. Sólo terremotos y cataclismos o sea, inundaciones, derivados u originados por los seísmos anteriores. Esta es una descripción en toda regla del proceso de origen y desarrollo de un tsunami típico. Primero ocurren unos terremotos o un gran terremoto, casi siempre con el epicentro bajo el mar o muy cerca del mar y después a las pocas horas (según la distancia desde el epicentro a la costa) llegan a las costas enormes olas que lo arrasan todo. Durante el tiempo que tardan en retirarse las aguas, o ser absorbidas por los suelos, todo queda cubierto por las aguas como grandes pantanales o marismas.


El propio Platón describe a continuación esta fase posterior al tsunami cuando continúa el anterior pasaje de la siguiente manera: “dio kai nun aporon kai adiereunêton gegonen toukei pelagos, pêlou karta bracheos empodôn ontos, hon hê nêsos hizomenê parescheto”; “por ello ahora es intransitable e inescrutable la salida por aquél Piélago, de verdaderos obstáculos de cieno (limo) extremadamente bajos, que la isla al asentarse ha proporcionado”. Así pues, mi hipótesis es que la isla-acrópolis Atlantis, es decir, la región costera de suroeste de la península Atlántica o península Ibérica, donde se hallaba la comarca principal de la Atlántida y la isla-acrópolis rodeada de anillos concéntricos, a pocos kilómetros de la costa en una llanura al nivel del mar (como afirma Platón) fue arrasada por la acción catastrófica de unos terremotos de “gran intensidad o excesivos” (seismôn exaisiôn) que originaron un gran tsunami. Al quedar destruida la acrópolis y por ende todo el centro neurálgico de la civilización atlante, quedó colapsada esta peculiar civilización. Sus sobrevivientes, fundamentalmente los pobladores de las aldeas más retiradas de la costa y asentadas en mayor altura, serían los ancestros de los pueblos pretartésicos o prototartésicos. Para desarrollar esta hipótesis no solo me baso en las propios textos del Timaios y el Kritias de Platón, también me baso en los numerosos estudios oceanográficos realizados por científicos españoles y portugueses que demuestran de manera científica que el área del Golfo Atlántico o de Cádiz, desde el Estrecho de Gibraltar, hasta el Cabo de San Vicente y las Islas Madeira (Portugal) ha sido una de las zonas más castigadas a lo largo del tiempo, durante miles de años (hasta donde se ha podido registrar) por la acción de terremotos y tsunamis de diversas magnitudes e intensidades, siendo el más conocido el del gran terremoto y tsunami de 1755 que arrasó toda Lisboa y la mayoría de las ciudades costeras desde el Cabo de San Vicente hasta Huelva, Chipiona, Cadiz y las costas occidentales de Marruecos, provocando una mortandad de más de 70.000 víctimas humanas. De ocurrir en la actualidad otro similar las cifras serían verdaderamente espeluznantes. Cualquier proceso similar o incluso de menor magnitud e intensidad que ocurriera en la misma área varios miles de años atrás cuando la civilización Atlántica se hallaba en su auge comercial y cultural sería más que suficiente para destruirla por completo.


En cuanto al “Diluvio Universal”... no creo que exista ninguna relación entre el supuesto diluvio universal narrado en la Biblia y la catástrofe natural que acabó con la civilización Atlante. Por una parte, han existido muchos procesos similares a lo largo de la historia y desde los tiempos prehistóricos en diferentes puntos del Planeta, mientras que por otra parte, existen sólidas diferencias entre las características del Diluvio Bíblico y la catástrofe de tipo tsunámica que colapsó la Atlántida. En primer lugar, las fechas atribuidas al diluvio Bíblico no coinciden con las otorgadas por Platón para el fin de la Atlántida. El Diluvio Bíblico, como su nombre indica, es un diluvio producido según la narración bíblica por una lluvia constante durante muchos días. No se menciona en el relato bíblico nada de terremotos. Mientras que la catástrofe que hizo desaparecer a la Atlántida como civilización fue una combinación de terremotos muy violentos con inundaciones originadas por estos o sea, por uno o varios tsunamis, no por las lluvias; y todo ocurrió en tan solo un día y una noche, o sea, en un máximo de 24 horas.


Pregunta: Los diálogos de Platón sobre la Atlántida poseen rasgos significativos típicos en las leyendas de la creación sumerias. El relato de Platón, así como el de “Enki y Niuhursanga”, describen el comportamiento de los dioses como si fueran personas reales. La narración de Platón sobre la Atlántida y el texto Sumerio “Enki y Ninhursaga” tienen el mismo contenido: Los dioses repartieron el mundo por sorteo. ¿Cómo explica éste y otros paralelismos similares con los mitos del antiguo Sumer?


Respuesta: No existe ni la más mínima referencia en los textos de Platón, ni en otros posteriores de elementos culturales atribuidos a los atlantes que permitan hablar de relaciones entre atlantes y sumerios. Carecemos de datos objetivos que permitan establecer claras comparaciones entre la civilización atlante y la egipcia, pues mucho menos con la sumeria. Mi respuesta para este caso, es simple, el hecho de que en dos narraciones distintas, los dioses se hayan repartido el mundo por sorteo, podría explicarse por un contacto cultural. Sumeria mantuvo contacto con Egipto, y éste con Grecia. Es posible que en algunos puntos una de las dos versiones, la sumeria o la griega de Atlantis, haya tomado prestada algunas ideas de la otra; la cuestión por determinar sería quién tomó de quién. Por otra parte, tampoco debemos descartar una explicación meramente antropológica. Está dentro de lo posible que ambas ideas hayan surgido de manera completamente independientemente. De hecho, no es necesario irse hasta Sumeria para buscar un paralelismo de este tipo, pues en la propia mitología griega existía desde mucho antes de Solón y de Platón el mismo mito. En la Teogonía de Hesiodo se afirma que “los dioses se repartieron mediante sorteo el mundo”.


Pregunta: También hemos encontrado en el antiguo relato hindú, el Mahabharata, una descripción de una gran batalla en donde se utilizaban armamentos fabulosos. El conflicto bélico más interesante lo narran los puranas... Se trata nada menos que de “una guerra entre la India y una Isla situada en el Atlántico, más allá del Continente Africano” ¿Era esta enigmática isla la Atlántida? Algunos pasajes sánscritos sugieren que el Mahabharata puede muy bien contener en sus páginas la crónica de una guerra total y definitiva entre los atlantes y los arios de la India. Pero no sólo los textos hindúes hacen referencia a este conflicto. Herodoto, el historiador griego, supo por boca de sacerdotes egipcios que once mil años antes, una guerra terrible, como nunca antes vista, fue librada por arios y atlantes, y como resultado, la gran isla atlante fue destruída tan brutalmente, que hasta el eje terrestre se inclinó.


¿Qué opina sobre esto?


Respuesta: Iremos por pasos.


Casi todas las civilizaciones del mundo tiene alguna tradición o relato sobre guerras entre dioses o entre dioses y hombres. La información que usas no es correcta. La isla a la que te refieres no se ubica jamás en los textos del Puranas con longitud, solamente se dice que se hallaba sobre los 24-28 grados de Latitud Norte; nunca se especifica la longitud, aunque en el Mahabahrata se dice que se hallaba en el mar occidental. En ningún momento se menciona que estuviera “más allá del Continente Africano”. Esta afirmación no es más una interpretación libre de un autor moderno, pero desde luego, no es lo que se dice en los textos hindúes. En cualquier caso la posibilidad de que se esté refiriendo al Atlántico es factible. No descarto la posibilidad de que se esté hablando de la misma isla o península de Atlantis, pero aún faltan datos que sean más objetivos o sólidos. Si bien, esta primera parte de su pregunta la considero factible.


La segunda parte, donde se afirma eso de que “Herodoto, el historiador griego, supo por boca de sacerdotes egipcios que once mil años antes, una guerra terrible, como nunca antes vista, fue librada por arios y atlantes, y como resultado, la gran isla atlante fue destruída tan brutalmente, que hasta el eje terrestre se inclinó”, solamente puedo contestarle que es la mayor falacia que he leído jamás. La persona que ha realizado esta afirmación, el Sr. Florez del SEIP –con todos mis respetos– está mintiendo. En la obra de Herodoto no puede usted hallar tal afirmación por ninguna parte. Si estoy equivocado, que muestre exactamente el fragmento del libro de Herodoto donde puede leerse estas afirmaciones. En mi opinión estamos ante el típico caso de ignorancia de los textos antiguos. Cualquier persona que haya leído de verdad a Herodoto sabría que estas sorprendentes afirmaciones no aparecen por ninguna parte. La persona que ha creado esta falacia, sencillamente ha mezclado la información de Platón sobre los 9000 años antes de Solón (11.560), y la guerra de los Atlantes contra Griegos y las afirmaciones esotéricas de Blavatsky y Cayce, y con todos estos datos ha creado ese “pastiche” que ha terminado poniendo en boca de Herodoto. Es muy preocupante. Por culpa de investigadores como estos es que el tema de la Atlántida está tan desprestigiado y mal visto entre los escépticos y entre la mayoría de los científicos.


Pregunta: Hablemos del Antiguo Egipto, sus megalómanos monumentos y gran cultura ¿Piensa Ud. que este gran nivel de civilización pudo ser el legado que nos dejaron los atlantes? Después de todo los orígenes del Antiguo Egipto se pierden en el mar de los tiempos ¿no?


Respuesta: Es posible, pero muy poco probable. Me explicaré. Dudo mucho que se pueda establecer coincidencias serias entre la civilización egipcia y la Atlante cuando aún no sabemos con exactitud cuáles son los elementos identificadores técnico-estilísticos y culturales de la civilización atlante, puesto que ni siquiera aún hemos podido demostrar su existencia histórica, para lo cual habría que hallar antes pruebas científicas incuestionables, es decir, evidencias arqueológicas como restos de ciudades o artefactos que puedan ser interpretados con certeza como atlantes por hallarse sumergidos en las mismas áreas descritas por Platón, entre otros parámetros científicos a seguir que serían necesarios para poder determinar y dictaminar la confirmación científica de la existencia de la civilización atlante. Así pues, hasta tanto no se identifique de manera científica los elementos culturales propios de la civilización atlante cualquier intento de establecer comparaciones o hipótesis del supuesto papel de la Atlántida como civilización madre, cuna o enlace de otras civilizaciones tan distanciadas en el espacio y en el tiempo como por ejemplo, la Egipcia y la Maya, no sería más que practicar un simple ejercicio de especulación sin fundamento, puesto que es imposible que podamos realizar ninguna comparación entre cualquier civilización y la Atlántida sin saber aún exactamente si existió realmente la Atlántida o como eran realmente sus construcciones, sus armas, su arte, sus elementos conformadores y característicos de su civilización.


Si nos guiamos por el relato de Platón, su lectura no deja lugar a dudas en cuanto a que la descripción de la civilización atlante no encaja para nada con la civilización Egipcia ni con ninguna otra civilización precolombina. Platón no menciona pirámides sino templos rectangulares con cúpulas como los griegos, romanos, etruscos y cartagineses y como otros que existían en la península ibérica desde los tiempos de la Edad del Cobre, pero nada de pirámides. Platón describe el uso de puentes, termas, gimnasios, “acueductos sobre puentes canalizados” (como los típicos acueductos romanos, supuestamente inventados mucho después de morir Platón) y hasta hipódromos para las carreras de caballos. Platón describe el uso de puertos, ensenadas y una gran flota marina de trirremes. Los egipcios conocieron casi todos estos elementos, pero también todas las civilizaciones del Mediterráneo. En cualquier caso, mis estudios –después de tantos años– me han llevado a considerar que muy probablemente la verdadera civilización atlante sería la misma que los arqueólogos conocemos como “civilización Atlántica del Bronce”; esta civilización daría origen o influiría notablemente en los pueblos posteriormente conocidos como tartésicos. Las coincidencias entre las descripciones de la Atlántida y las descripciones existentes sobre el reino o emporio de Tartessós son realmente sorprendentes y van más allá de las simples coincidencias. Esto ya ha sido bien demostrado por el arqueólogo alemán Adolf Schülten, aunque fue defendido primero por los españoles José Pellicer i Osau en siglo XVII y Juan Fernández Amador de los Ríos en 1911.


Resumiendo: Platón no dice nada sobre el supuesto origen Atlante de los Egipcios como muchos se empeñan en sostener. Platón describe una civilización típica de finales de la Edad del Bronce con muchos elementos clásicos, prácticamente similar a la greco-latina clásica. No existe en el relato de Platón ni en ningún otro autor de la antigüedad nada que permita sostener esa especulación sin fundamento de que los egipcios pudieran haber descendido de los atlantes.


Pregunta: ¿Ha leído los textos de Albert Slosman, considerado por muchos como el que descifró los jeroglificos egipcios del Libro de los Muertos, desde una perspectiva totalmente distinta a los ortodoxos, y relacionándolos directamente con las cronicas del Gran Cataclismo de la Atlántida?


Respuesta: 1. El Sr. Slosman como egiptólogo deja mucho que desear. Sus traducciones de los jeroglíficos egipcios no solo son erróneas sino que en algunos casos hasta inventadas. De Slosman se han sacado ideas como estas: “...en la lectura de los jeroglíficos el agua se representa con una línea quebrada; el plural ‘las aguas’ con dos líneas; con tres ‘la crecida del Nilo’ y ‘el diluvio’ con cinco líneas quebradas. Como el zodíaco de Déndera está rodeado de ocho líneas, nos encontramos con un ‘superdiluvio’, de ahí la idea de llamarlo ‘El gran cataclismo’...”


En primer lugar, “agua”, en singular, siempre se escribe con el determinativo de “masa de agua o líquido”, el cual siempre se representa con tres líneas quebradas, nunca con una sola. Una línea sóla línea quebrada representa la letra n y jamás se usó en el antiguo Egipto como ideograma o logograma de “agua”, en sigular. Dos líneas quebradas sólo indicarían dos consonantes n. El plural de agua, o sea “aguas” se representaba igualmente con tres líneas quebradas nunca con dos. En cuanto a la crecida del Nilo, Hapy, sí es cierto que se representaba con tres líneas quebaradas porque este es el determinativo de “masas de aguas” en general. En cuanto a eso de que el diluvio se representaba con cinco líneas quebradas, sinceramente, no se de donde se lo ha sacado Slosman (o Bourgon, su interlocutor). Todas las palabras usadas en la antigua lengua egipcia para representar a las grandes inundaciones o “diluvios” (término este no muy apropiado) siempre llevaban como determinativo el mismo jeroglífico de las “masas de aguas” consistente en tan sólo tres líneas quebradas.


Por otra parte, existe un jeroglífico usado para respresentar a las lluvias y a las tormentas, y por extensión a la inundación por lluvias, que consiste en seis líneas quebradas que caen en vertical desde el jeroglífico del cielo o bóveda celeste. Este es el único jeroglífico que representa más de tres líneas quebradas de aguas, y como ya he dicho, se usaba para representar a las lluvias y a las tormentas, fundamentalmente. De hecho, no está muy claro que los egipcios conocieran el concepto del “Diluvio” tal y como lo conocemos los occidentales por la influencia judeo-cristiana. La acción acuática más destructora que debieron conocer los egipcios sería la inundación por las aguas del Nilo, más que por las lluvias. Lo que no impide que en algún momento histórico determinado ocurriera alguna catástrofe relacionada con abundantes lluvias constantes y muy duraderas, pero insisto en que los estudios paleoclimáticos conocidos parecen coincidir en que Egipto lleva muchos, muchísimos, miles de años con un clima bastante similar al actual, donde un período de enormes y duraderas lluvias sería un acontecimiento bastante raro y esporádico.


Slosman también afirma falacias como la siguiente: “... los arquitectos ‘sucesores de Horus’, que fueron los primeros supervivientes llegados a las orillas del Nilo, tras el cataclismo atlante ...” Pregunto, ¿dónde está la fuente documental que permite sustentar esta afirmación? ¿Por qué no la cita? Sencillamente porque no existe. Slosman se limita a repetir lo que otros esoteristas y teósofos, pero sin aportar ni una sola inscripción griega, latina o egipcia que confirme esa falacia de que los “Sucesores de Horus”, provenían de la Isla Atlantis. Esta afirmación no es más que una mera especulación sin fundamento.


Otras falacias de Slosman: 1. “El punto de partida es el capítulo XVII del Libro de los Muertos porque a través de él se llega a la Atlántida. AHA-MEN-PTAH (Amenta para los griegos; Amenti, en castellano), el reino de los muertos, pero que en su traducción exacta quiere decir ‘primer corazón o corazón primogénito de Ptah’ (según multitud de textos Ptah es ‘el Dios Único’, ‘el Dios Eterno’, ‘el Todopoderoso’). 2. los ancestros, y los ancestros son los faraones, porque ‘faraón’ es de nuevo una palabra griega que en jeroglífico es PHER-AON, PER-AHA, lo que significa ‘descendiente del Primogénito’ y el primogénito es Osiris. 3. Toda la trama se explica a lo largo de un extenso texto en el que se cuenta que los primogénitos se encontraban en ese otro país, AHA-MEN-PTAH, que fue engullido por el mar. 4. Los supervivientes establecieron ATH-KA-PTAH, que significa ‘segundo corazón de Ptah’, cuya fonetización griega es Egyptos”.


Analicemos ahora estas falacias. 1. A través del “Libro de los Muertos” sólo se puede llegar a la Atlántida usando mucho la imaginación y el argumento de la fuerza en vez de la fuerza del argumento. Desde luego que sería yo el primero en celebrarlo. Pero sólo he hallado apenas unos cuantos fragmentos que podrían a lo sumo asociarse a los conceptos de la creencia en un lugar de las columnas o pilares que podría asociarse de manera muy indirecta y por los pelos con las Columnas de Hércules. Pero ninguna mención a una Isla o Península desparecida por un gran cataclismo cuyos habitantes fueran los ancestros de los antiguos egipcios. No existe nada de esto en el Capítulo XVII ni en otro capítulo cualquiera. 2. Amenti se escribía en egipcio antiguo imn.t (Imenet) en copto se pronunciaba como Emenet o Ement. Jamás el Amenti se escribió como AHA-MEN-PTAH que además no se puede leer como “primer corazón o corazón primogénito de Ptah”, en todo caso se leería como “Asiento del Corazón de Ptah” o “Sede del Corazón de Ptah”, “el Primer... o Primero”... sencillamente no está escrito. 3. Faraón jamás se escribió en el Antiguo Egipto como afirma Slosman: PHER-AON o PER-AHA. Faraón se escribía como pr-aA (per-âa) que literalmente venía a significar algo así como “el de la Gran Mansión”. Lo que Slosman propone como fer-aon no puede ni traducirse ya que en el antiguo egipcio no existía ni una sola palabra con las consonates f y r o sea, fr; y en cuanto a “per-ahja”, se traduciría en egipcio más o menos como “La Casa Mastíl” o “la Casa Elevada” y un sinfín de combinaciones más puesto que no sabemos a cual de los tres sonidos que se transliteran con una H se refiere Slosman si a la h muda o ligeramente aspirada como la castellana, si a la h fuertemente aspirada como la h inglesa de heart o a la h palatizada parecida a nuestra j o a la que sonararía más o menos como un j seguida de una ch o jch que aparece en el nombre egipcio de Kheops, Jchufu. Por demás está decir que ni PHER-AON ni PER-AHA significan “descendiente del Primogénito”. Esto, sencillamente Slosman se lo ha inventado. Por otra parte, en el Libro de los Muertos no se menciona a ningún país tragado por las aguas con ese nombre inventado por Slosman de AHA-MEN-PTAH. 4. ATH-KA-PTAH no existe. Slosman se refiere a Ht-kA-ptH o sea, Het-ka-Ptah, el nombre que recibía en la antigüedad Menfis y que algunos egiptólogos creen que sería el origen del nombre griego de Aigüptos o Egipto. Algo que aún no ha sido ni siquiera probado. Otros autores creen que el nombre de Aigüptos derivaría de la palabra copta, Güptos o Coptos. Podría seguir mostrándo muchos más ejemplos como este que demuestran los enormes disparates que han salido por boca del célebre Slosman. ¿cómo se pueden tomar en serio las elucubraciones de un Sr. que ha demostrado ser un ignorante de la lengua egipcia antigua?, y que conste que lo digo desde el mayor respeto que pudiera sentir por el Sr. Slosman como persona, porque como investigador, después de leer su obra, poco respeto puedo albergar. La obra de Slosman, por desgracia, no es más que otro de esos estudios especulativos e indocumentados, sin base científica, como la mayoría de los que por desgracia pululan por todas partes y que tanto daño hacen a los verdaderos enigmas de la historia y a todos los que intentamos acercarnos a la verdad del modo más científico posible. Usted me va a perdonar, pero Slosman no ha realizado ningún desciframiento de los jeroglíficos egipcios del Libro de los Muertos, desde ninguna óptica distinta, sencillamente, se ha inventado un montón de falacias y ha jugado a la especulación de ideas y a la interpretación forzada y completamente arbitraria, pasándose por el forro de los calzones todos los tratados de gramática egipcia y todos los lexicones y diccionarios. Lo que Slosman hizo con los jeroglíficos del “Libro de los Muertos”, no tiene ningún mérito, cualquiera con un poco de imaginación podría haberse inventado cientos de falacias imaginativas iguales o más ingeniosas aún.


Pregunta: ¿Piensa que del otro lado del Atlántico –Centroamérica, Mexico, Perú– el legado también se perpetuó en civilizaciones como la Inca, Azteca o Maya?


Respuesta: No considero esta posibilidad, sencillamente porque Platón no dice nada al respecto, como tampoco dicen nada ninguno de los antiguos autores anteriores, contemporáneos y posteriores a Platón. En cualquier caso, esta pregunta, ya ha sido contestada con la anterior que trataba de la posible relación entre Egipcios y Atlantes. Si la relación entre egipcios y atlantes no se sostiene, mucho menos entre los atlantes y los pueblos precolombinos, entre otras razones, porque los atlantes usaban los caballos, los carros, o sea, la rueda y los trirremes; así como el hierro y los grandes acueductos por encima de puentes; elementos que no se usaban en la América precolombina. Mientras que las civilizaciones precolombinas edificaban templos piramidales que los atlantes desconocían.


Pregunta: De descubrirse la Atlántida, ¿la historia de la humanidad tendrá que se reescrita?


Respuesta: No lo creo. Sólo habría que reescribir –más bien añadir– un capítulo. Me parece una idea un poco magnificada.


Pregunta: ¿Cuánto tiempo cree que falta para ese gran descubrimiento? ¿Será encontrada alguna vez?


Respuesta: Primero habría que matizar a que nos referimos con descubrimiento de la Atlántida, ¿acaso a la ciudad de Atlantis? Troya ha sido aceptada como una historia basada en una ciudad real porque se hayó una ciudad en el mismo punto señalado por Homero y con unas características y cronología que encajaban con la historia narrada por el poeta griego. Pienso que con la Atlántida debería ocurrir lo mismo. La comunidad científica internacional no estará dispuesta a admitir su “descubrimiento”, es decir, la confirmación de su existencia histórica, hasta que alguien no descubra los cimientos de una ciudad importante con unas características similares a las descritas por Platón y en la misma área geográfica que éste señala, o sea, en el entorno de Gibraltar, cerca de las costas de Iberia y Marruecos, desde Gibraltar hasta el cabo de San Vicente o Islas Madeiras como punto más remoto posible. Solamente estoy seguro de algo: si el relato de la Atlántida de Platón se basó en una ciudad poderosa y real, es decir, histórica, como también hizo antes Homero con Troya, pues entonces, jamás hemos estado más cerca de hallarla que ahora. De hecho, estoy plenamente convencido de que la solución a este enigma solamente está pendiente de conseguir una mínima financiación y un poco de apoyo de las instituciones científicas españolas.


Pregunta: ¿Existe la posibilidad de que los antiguos “dioses” no fueran tan divinos como parecen? ¿Por qué a veces están tan personalizados? ¿Quiénes son realmente los reyes-dioses de antaño?


Respuesta: Me temo que estas preguntas se escapan de mi comprensión y conocimientos. No me siento lo suficientemente informado para poder conestarlas. No obstante, creo que sí. Es más que probable –casi seguro– que los antiguos “dioses” no fueran tan “divinos”, más bien serían humanos con un nivel intelectual un poco más alto que otros. En cuanto a los “reyes-dioses” de la antigüedad... no creo que nadie pueda jamás contestar con certeza y rigor absoluto esa pregunta.


Pregunta: Muchas gracias Georgeos, ha sido un verdadero placer el entrevistarlo ¿Hay algún último mensaje que le quiera dejar a nuestros visitantes y a todo aquel que se atreve a indagar en los misterios de la Atlántida?


Respuesta: De nada... y sí, ya que me das la oportunidad de enviar un último mensaje, me gustaría puntualizar algunas de las principales falacias o falsos conceptos que existen sobre la Atlántida. Pienso que ya es hora de que todos los investigadores y buscadores de la Atlántida conozcan cuáles son estas falacias y cuáles son los verdaderos datos y los verdaderos hechos relacionados con la Atlántida de Platón y de los autores antiguos. Debemos rectificar de una vez para siempre los siguientes conceptos erróneos:


1. El concepto falaz de que la Atlántida era una super-civilización super-tecnológica que dominaba las energías de los cristales y hasta los aparatos voladores, entre otras falsedades similares y demás invenciones sin fundamento como que en la Atlántida existían pirámides.


2. El concepto erróneo de que la Atlántida era un gran continente, cuando en realidad era una Nêsos, es decir, una Isla o Península.


3. El concepto erróneo de que la Atlántida se hallaba “más allá de las Columnas de Hércules” en el Océano Atlántico, cuando jamás Platón dice algo ni siquiera parecido. Platón dice de manera muy clara que la Atlántida se hallaba ubicada en el “piélago o archipiélago Atlántico”, “en el vestíbulo del golfo (Golfo de Cádiz), delante, casi en la boca o desembocadura, conocida como las Columnas de Hércules”, y que una extremidad o punta de la Isla-Península llegaba hasta las Columnas de Hércules y la región de Gadira (Gades o Cádiz), mientras que otra dos regiones colindantes eran Elasipo (Elisipo, Olisipo, nombre antiguo de Lisboa, Portugal) y la región del Atlas (Marruecos). Estos puntos geográficos, claramente identificables desde la antigüedad, demuestran que la isla o península Atlántica o de Atlantis solo podía hallarse junto a la boca de las Columnas de Hércules, en el vestíbulo del Golfo Atlántico o de Cádiz, entre las regiones de Gadeira (Cádiz), Elasipo (Lisboa) y el Atlas (Marruecos). Platón ni siquiera menciona el Océano. En todo momento se ubica tanto a la Isla-península como al archipiélago de islas Atlantes en el “Atlantikou Pelagous”, es decir, en el “Piélago del Atlántico”, que es lo mismo que decir, en el “Brazo de mar”, “Canal” o “Estrecho de Mar” de las Columnas de Hércules (Gibraltar), como lo demuestra la sustitución de la palabra griega PELAGOS por la latina FRETUM en las traducciones e interpretaciones latinas realizadas ya desde la propia antigüedad, como la del discípulo neoplatónico Chalcidio (S. IV).


4. Por las mismas razones anteriores, debemos luchar por no seguir divulgando más falsas hipótesis sobre otras absurdas localizaciones de la Atlántida en Indonesia, el Caribe, Cuba, México, los Andes, Islas Británicas, Creta, Santorini, Chipre, etc. Hipótesis o más bien especulaciones pseudocientíficas que intentan reubicar la isla Atlantis hasta en los lugares más recónditos y apartados de la situación geográfica ofrecida por Platón.


5. El concepto erróneo de que la Atlántida era un continente más grande que Libia y Asia juntas o reunidas, cuando los textos originales solo dicen que la Atlántida había sido una isla/penúnsula bastante mayor como lo habían sido Asia y Libia o que había existido al mismo tiempo que la Libia y el Asia eran mayores, es decir, cuando las extensiones de ambas regiones continentales eran de mayor tamaño, lo que encaja perfectamente con la cronología asignada para el fin de la Atlántida y con alteración del paisaje de las plataformas continentales y regiones costeras después de tales procesos catastróficos.


6. El concepto falaz de que la Atlántida fue la cuna de la civilización egipcia (y mucho menos de todas las civilizaciones) cuando Platón ni otro autor de la antigüedad dice nada al respecto y cuando no existe ni una sola prueba o evidencia que permita seguir planteando esta especulación infundamentada.


7. El concepto erróneo de que la Atlántida se hundió bajo el mar por causa de una erupción volcánica, cuando el relato de Platón nada dice al respecto y las descripciones solo coinciden con el proceso catastrófico natural de origen sísmico conocido como tsunami.


8. El concepto erróneo de que la historia o narración de la Atlántida de Platón es un mito sin carácter histórico, cuando es todo lo contrario. Mis estudios demuestran el alto nivel de historicidad existente en el relato de la Atlántida de Platón. La mayoría de los elementos descritos pertenecen o se corresponden con la realidad histórica, geográfica, geológica, sismológica, solo queda pendiente la sincronización entre la narración de la Atlántida de Platón y la ciencia arqueológica, pero ya estamos consiguiendo algunas pruebas científicas verdaderamente reveladoras al respecto.


Como podrá cualquiera comprobar, he logrado reunir muchas pruebas y evidencias sólidas para argumentar mis hipótesis. El problema es que muy pocos estarán dispuestos a considerar mis evidencias y mis descubrimientos con la seriedad que se merecen, ya que esto significaría abandonar todas sus creencias sobre la Atlántida. Significaría renunciar a muchas concepciones y convenciones ya adoptadas como válidas y reales. La cuestión principal por la que mis descubrimientos y teorías sobre Atlantis no son popularmente aceptadas todavía no tiene nada que ver con la ciencia, pero sí mucho con la creencia. En el fondo no es mas que un problema ideológico, no científico.


Todas estas evidencias –expuestas por primera vez en la historia de la atlantología y de la arqueología y filología clásicas– demuestran –una vez más– que el sentido común depende mucho también del nivel de conocimientos adquiridos.


Como bien suele decir quien fuera mi maestro de antropología, el destacado paleopatólogo y doctor forense Ercilio Vento: “si camina por los tejados y maúlla, sin duda alguna, tendrá que ser un gato, aunque siempre habrá quien diga que es un elefante”.


Y digo yo, que de esos que ven elefantes por los tejados en vez de a gatos, estamos ya muy sobrados.





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